Whitest Taino Alive
Una conversación con Jon Blon Jovi, Dominicanye
Han pasado 4 años desde el lanzamiento disruptor del EP Chopería Fina, y Whitest Taino Alive no necesita mucha introducción: si no los has escuchado aún, sal debajo de esa piedra. Lo último que lanzaron, Manda Nudes, figuró en el top 10 de álbumes latinos del 2017 de la Rolling Stone, lo que no es poca cosa. “Escuchar a Whitest Taino Alive es comerme un sancocho” Les dijo un fan dominicano residente en el extranjero en un comentario online, y es posible que el éxito de WTA esté en los paralelos que tiene con el plato. Piénsalo: ambos te ponen a sudar, te invitan a darle para allá mientras está caliente, pegan bien con un jumo y ambos son ejemplos plenos del elusivo concepto de la dominicanidad.
Aquí viene una breve lección de historia: el sancocho es producto de la nostalgia de los colonizadores españoles, quienes intentaron reproducir los cocidos ibéricos con lo mucho o poco que aparecía en la isla hasta que el guiso tomó sazón y carácter propios. WTA, con su amalgama de referencias e influencias, representa igual de bien la dominicanidad en la era del sexting y los memes. En el humor, la rabandolería, el aprecio por las nalgas y las inagotables alusiones a la cultura pop dominicana y al argot de la calle de Jon Blon Jovi y Dominicanye West están las siete carnes, suspendidas en el caldo caliente de los beats de DaBeat Ortiz.
WTA resuena fuerte en la generación que creció viendo los últimos buenos momentos de MTV, quemando reggaeton frenéticamente en las discotecas improvisadas de los field days o “días de colores” de los colegios, entre la bachata del colmado, el merengue en el estéreo de la casa y el universo sonoro del internet en los audífonos: puro sancocho musical.
Al tanto de la crítica que reciben por ignorar las fronteras entre lo supuestamente chopo y lo dizque cool, continúan desafiando el snobismo purista que encasilla, niega la riqueza de nuestra experiencia dominicana, globalizada y millennial, y en última instancia nos segrega. Por eso el oximorón chopería fina les funciona tan bien, porque evidencia la división forzada entre lo refinado y lo pedestre: “Aquí. toditos somos chopos”. El término chopo se usa arbitrariamente, y siempre habrá chopo, hasta en la torre más lujosa hay alguien considerado chopo por los demás vecinos, dizque por poner la toalla a secar en el balcón. Somos un pueblo chopo y no es algo malo, quizás en una época lo fue, pero ahora es sencillamente un descriptor de lo que somos”.
Las música de WTA sonará a relajo, pero no significa que no lo estén haciendo en serio: “Estoy intentando retratar una cultura que tiene mucho de burlona, es parte de nosotros como pueblo, y también está en otros géneros, como el merengue viejo, por ejemplo. La comedia es seria para nosotros”, dice Blon Jovi.
En el extranjero muchos conocen la cultura dominicana por el trabajo de WTA: “Con la música de nosotros tienes una experiencia de inmersión de la dominicanidad, similar a la que tienes de México cuando ves Y Tu Mamá También”. Pero los beats tienen un appeal universal, si bien en el último albúm hay algo de merengue y bachata, los instrumentales son más cercanos al trap, como dice DaBeat, “Las letras están cargadas de referencias, sí, pero la música es algo raro entre electrónica y hip hop, y creo que ahí está la razón del éxito y la identidad de WTA, en ese balance”. |