La soberana de su propia historia
Judith es una mujer enérgica y resuelta, que exuda el autodominio de quien ha encontrado fortaleza cultivando su sensibilidad. Cualquiera diría que el 2017 fue su año, pues como protagonista de las aclamadas películas Carpinteros y Cocote, Judith se ha vuelto la poster girl de historias que revelan las dinámicas complejas que sostienen la realidad dominicana. Pero al escucharla te empapa su implacable ética de trabajo y te das cuenta: cuando trabajas con tanta pasión como ella, todos los años son tuyos, y no hay límites en el mundo para el éxito.
BITZ: El movimiento #MeToo (#YoTambién) ha puesto en evidencia inequidades y violencias de género, en todas las esferas, pero muy visiblemente en el mundo del cine. ¿Crees que la conversación global nos impacte?
Recién llego de Panamá, donde tuve el honor de participar en la conferencia “El rol de las mujeres en un mundo globalizado” (junto a Anna Serner, del Instituto de Cine de Suecia, la productora brasileña Vania Catani, Laura Michalchyshyn, co-fundadora del festival de Sundance, y Laura Gómez, actriz en OITNB y Sambá), y justamente tratamos eso, lo urgente que es desnaturalizar la violencia. Vemos la desigualdad económica, social, sexual o política como algo normal. Para eso las mujeres que estamos en espacios de poder debemos de liderar la conversación, pues aunque han mejorado cosas para muchas de nosotras,la liberación no es sólo para un grupo. Hasta que todas no estemos en condición de equidad con los hombres y unas con otras, no se acabará la lucha
BITZ: ¿Cómo eliges los papeles que interpretas?
Escojo los roles que quiero interpretar según mis necesidades de expresión y lo que necesito canalizar en ese momento, pues el arte es sumamente personal para mí. Los personajes de Cocote y Carpinteros, Karina y Yanelis, los gané haciedo castings intensos. Pero así como me fajo por los papeles que quiero, también sé rechazar los que no van con mis valores y mi discurso. Y es difícil, porque tengo que trabajar; este es mi oficio al fin y al cabo. Pero prefiero decir que no a violentarme como ser humano.
BITZ: ¿Qué historias no se han contado y quisieras ver?
Me gustaría ver más historias fieles a la realidad de las mujeres, aquí y en el mundo. Y no necesariamente historias grandilocuentes: nuestras propias madres son ejemplos cotidianos de grandes historias.
BITZ: Pero los que escriben y dirigen las historias son mayoritariamente hombres.
Sí, se necesitan más mujeres tomando decisiones creativas -ya está sucediendo, habemos más mujeres en todos los campos de la industria cinematográfica- aunque creo que los hombres pueden contar historias complejas y actuales sobre mujeres, pero tienen que escuchar y acercarse, sin asumir, las realidades de quienes van a representar.
BITZ: Eres sobreviviente de cáncer. ¿Como es tu relación con tu cuerpo, que también es herramienta de trabajo?
Cuando me diagnosticaron Linfoma de Hodgkin, para sobrevivir, tuve que asumir una actitud de “mente sana, cuerpo sano”, y la he sostenido hasta ahora. Porque sobrevivir no es suficiente, hay que tener calidad de vida también, que no es lo mismo. Como artista, cuido de mis instrumentos de creación: mi mente, mi cuerpo y también mi alma, pues creo que hay que cultivar la salud espiritual también. Velar por mi bienestar no ha sido fácil, y es un trabajo constante, activo: desde entrenar y comer bien hasta tener el valor de hablar de esas cosas que por prejuicios se evitan pero que si no se procesan y se sanan, nos intoxican, pues no todas las enfermedades son físicas.
BITZ: ¿Qué papel juega tu hija en tu carrera?
Tener una hija ha sido un empuje grandísimo para echar para alante y aspirar a metas menos superficiales. Cuando tienes hijos hay un deseo de dejarles algo más allá de lo material, quieres construir un legado: crear algo que mejore el mundo para que ese hijo o hija pueda hacer lo que tú no pudiste. Si antes me fajaba al 100%, ahora es al 3,000%.
BITZ: ¿Cómo manejas la presión de ser una “súper mamá”?
La sociedad te hace creer que lo único importante para las mujeres es ser buena madre, y que eso es incompatible con el éxito laboral. Sí, se puede ser buena madre y trabajar, sin sucumbir a la presión de que debemos ser perfectas, porque tenemos derecho a fallar como cualquier ser humano. Cuando salgo a eventos en el extranjero me preguntan por la niña, como si desde tiempos inmemoriales las familias no han servido de apoyo a las mujeres trabajadoras. Cuento además con mi pareja, que es un gran papá y asume un rol activo e igualitario en la crianza de nuestra hija.
BITZ: Felicidades por el Soberano. ¿Ha cambiado tu carrera después de ganarlo?
¡No, no cambia!, y me explico: mi carrera es mía. Yo tengo la misma entrega, la misma pasión, y el mismo entusiasmo que antes de ganar, porque no persigo reconocimientos. Estoy trabajando y creando desde los 17 años y mi estatuilla dorada es poder hacer lo que amo todos los días, que la gente se identifique con las historias que cuento y que se conozcan otras realidades dominicanas. Ganar el Soberano ha sido un hermoso regalo, un reconocimiento del esfuerzo hecho el año pasado, pero todos los nominados se esforzaron, y por eso también son ganadores. ¡Y te diría lo mismo si gano un Oscar!